Durante su larga convalecencia en la casa familiar de Loyola, Íñigo pidió libros de caballerías para entretenerse. Al no hallarse ninguno, le dieron una Vida de Cristo y un libro de vidas de santos. En algunas ocasiones pensaba en lo que había leído y le venían deseos de imitar a los santos, y otras imaginaba en las hazañas que haría en servicio de una noble dama. En la alternancia de pensamientos, notó una diferencia: los primeros, cuando acababan, lo dejaban alegre, mientras los segundos lo dejaban seco y descontento. Empezó a pensar en su vida pasada y decidió hacer penitencia por ella, y peregrinar sin dinero a Jerusalén.
Camino de Barcelona para embarcar, hizo en Montserrat una vigilia ante la Virgen, entregó sus armas y cambió sus vestidos por unos de peregrino. Se apartó a Manresa y lo que iban a ser solo unos días, resultaron casi once meses de una extraordinaria intensidad.
Ocupaba su tiempo con la oración, la penitencia y conversaciones espirituales. A la tranquilidad inicial le sucedieron meses de agitaciones interiores, escrúpulos por su vida anterior e incluso el deseo de suicidarse, hasta que un día sintió como si se despertara de un sueño y que el Señor por su misericordia le liberaba. Siguieron profundas experiencias de Dios y el progresivo aprendizaje del discernimiento: diferenciar los movimientos que ocurrían en su interior, de dónde venían y a dónde le llevaban, y cómo debía acogerlos o rechazarlos.
A partir de estas experiencias comenzó a redactar el libro de los Ejercicios Espirituales.
Al llegar a Jerusalén en 1523, no le permitieron quedarse. Obligado a replantearse sus planes, decidió estudiar para poder ayudar a los demás.
Primero estudió latín junto a los niños en Barcelona (1524-15255), para pasar luego a la Universidad de Alcalá a estudiar filosofía (1526-1527).
Atrajo algunos compañeros, pero su deseo de vivir con los pobres en un hospital y su impulso pastoral de dar Ejercicios y catequesis le impidieron avanzar en sus estudios y llamaron la atención de las autoridades eclesiásticas que le abrieron tres procesos, incluida una estancia en la cárcel. Absuelto, aunque limitado en su actividad mientras no terminara sus estudios, decidió ir a Salamanca, pero allí en seguida fue de nuevo detenido.
Las restricciones impuestas le impulsaron a marchar a París en 1528.
Pablo Alonso Vicente, SJ
Contexto histórico
Durante estos años se asienta la división religiosa en Alemania. En 1520 Lutero publicó sus principales escritos de reforma y en 1521 se produjo su excomunión y su comparecencia ante la dieta de Worms.
Los factores religiosos se mezclaron con el malestar social en la Guerra de los campesinos (1524-1525), y en el Mediterráneo oriental, se inició el reinado de Solimán el Magnífico, que supuso el apogeo del Imperio Turco.
En el mundo religioso, la Devotio moderna difundía una piedad cristocéntrica, afectiva y práctica, que subrayaba la abnegación. Esta corriente estaba presente en el Monasterio de Montserrat, donde el abad García Jiménez de Cisneros había asentado la observancia benedictina y que en sus obras enseñaba la oración metódica.
El ambiente en Alcalá suponía el encuentro entre diversas corrientes: el recogimiento espiritual difundido por los franciscanos, el erasmismo entre los sectores cultos y humanistas y los alumbrados entre grupos laicos y judeoconversos. Las obras de Erasmo fueron examinadas en Valladolid en 1527. La universidad de Salamanca inició en estos años la renovación del tomismo (Francisco de Vitoria, 1526) y el convento dominico de San Esteban vivió, no sin divisiones, las tensiones de la reforma observante.
Los conflictos con Francia por el dominio de Europa condicionaron la política del Emperador Carlos. En 1527 se produce el saqueo de Roma por las tropas imperiales.
Mª Jesús Fernández Cordero