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Ignacio político. General de la Compañía (1536-1556)

Ignacio de Loyola llegó a Roma en noviembre de 1537 junto a Pedro Fabro y Diego Laínez. Todos ellos clerici peregrini (sacerdotes peregrinos), entraron por la vía Casia hacia un nuevo proyecto apostólico. Se alojaron en casa del sobrino del cardenal De Cupis, Quirino Garzoni. Fabro y Laínez se dedicaron a enseñar en La Sapienza mientras Ignacio daba los Ejercicios Espirituales a la espera de que el Papa Paulo III los recibiese, ausente desde marzo hasta junio de 1538 a causa de las contiendas entre Francisco I y Carlos V. 

De entre los ejercitantes destacaron los doctores Pedro Ortiz y Jerónimo de Arce, Francisco Salazar y Diego Caballer. Otros emprendieron contactos, como el doctor Diego Gouvea quien informó en febrero de 1538 al rey Juan III de Portugal de dichos sacerdotes bien formados y con buena fama para enviarles a las Indias portuguesas.

Debían vincularse mediante los tres votos religiosos y, en especial, con obediencia a uno de ellos, “colligatos in uno corpore”. Fue el momento de las Deliberaciones de 1539, de donde emanó la decisión de fundar una nueva orden religiosa, la Compañía del nombre de Jesús, aprobada verbalmente el 3 de septiembre de 1539 y, mediante la bula del Papa Paulo III, en septiembre de 1540. Rápidamente, los compañeros comenzaron a ser enviados a las Indias.

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Entre 1541 y 1547, Ignacio se consagra a escribir y corregir las Constituciones y a gobernarlas, testimoniso son las 7.000 cartas que se conservan. 

Se atendió a niños y prostitutas con la fundación de la casa de santa Marta gracias a Margarita de Austria, Leonor Osorio, María de Mendoza e Isabel Roser, entre otras, en una Roma carente de buenas costumbres. 

Tras diez años, la experiencia condujo a la aprobación definitiva de la “Mínima Compañía” bajo el papado de Julio III, el 21 de julio de 1550 y con la bula Exposcit debitum. Se funda el Collegium Romanum (1551) y el Germanicum (1552). 

Un viernes 31 de julio de 1556, tras tantos trabajos emprendidos y alcanzados, fortificando las raíces de la mínima Compañía, entró en el gozo y el reposo de Dios tal y como anunció quien fuese su secretario, ahora Vicario de la Compañía, Juan Alfonso de Polanco. En ese momento eran ya casi 1.000 los jesuitas habitando en 80 casas y colegios por todo el mundo.

Eduard López Hortelano

Paz de Augsburgo.jpeg
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Contexto histórico

Durante el pontificado de Pablo III se fue abriendo paso la idea de un Concilio, que fue convocado, tras varios intentos fallidos, para celebrarse en Trento. Comenzó en diciembre de 1545 y abordó paralelamente las cuestiones doctrinales y las de reforma de la Iglesia. 

Tras ser trasladado a Bolonia, fue suspendido en 1549, y reanudado por Julio III en 1551. Nuevamente suspendido en 1552, permanecería así por diez años, hasta 1562, pues Pablo IV no quiso reanudarlo. 

Fueron años también de un relevo generacional: en 1546 falleció Lutero; en 1547 murieron Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra. En el Imperio Alemán no se solucionó la división religiosa por la vía militar (batalla de Mühlberg de 1547) y se llegó a una fórmula política de convivencia en la Paz de Augsburgo de 1555, estando suspendido el concilio de Trento por tiempo indefinido. La escisión religiosa se hizo definitiva. 

En septiembre de 1556, Carlos V abdicó, repartiendo el imperio entre su hijo Felipe y su hermano menor Fernando.

Mª Jesús Fernández Cordero

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