El arraigo de los inmigrantes no evita su segregación
Se presenta un estudio realizado por el Instituto de Estudios sobre Migraciones para Cáritas
Juan Iglesias, investigador del IUEM (izda.), junto a Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas, y Daniel Rodríguez, del equipo de Estudios de Cáritas
15 de septiembre de 2020
Bajo el título “Un arraigo sobre el alambre. La integración social de la Población de Origen Inmigrante (POI) en España”, Cáritas Española y el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas (IUEM) han presentado un estudio donde se analiza la última década del proceso de integración de los casi ocho millones de inmigrantes.
El estudio revela, sobre todo, la paradoja de cómo, a pesar los buenos niveles de arraigo de la población inmigrante que vive en nuestro país, tiene muy bajos niveles de integración económica y laboral. “Aun cuando la población inmigrante lleva 13 años de media conviviendo entre nosotros (el 75% más de diez años), con fuerte asentamiento familiar y dominio del idioma, con uno de cada cuatro matrimonios mixtos, estas personas siguen ocupando los peores puestos de trabajo y las menores retribuciones”, asegura Juan Iglesias, director de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos de la Universidad Pontificia Comillas, y principal investigador en este trabajo.
Iglesias destaca que los inmigrantes desean quedarse y contribuir al crecimiento económico de España pese a su situación laboral. “Una característica de la inmigración es la juventud: su edad media es de 36 años y las mujeres han vuelto a ser mayoritarias, porque representan el 52% del total, un 3,5% más que en 2009”. Además, “los niveles educativos de los inmigrantes son altos y muy similares a los de la población española, que no permiten explicar las enormes diferencias ocupacionales y de ingresos existentes”, agrega el investigador de Comillas.
Un fuerte arraigo del migrante
Según el estudio, ha habido un intenso proceso de naturalización/nacionalización que alcanza a uno de cada tres migrantes. No en vano, el 62% de ellos tiene la intención de quedarse y arraigar en el país. Además, la mayoría no envía remesas a sus países de origen. Aun así, los datos reflejan que la gran mayoría de los trabajadores inmigrantes desempeñan ocupaciones obreras elementales, y solo el 25% se ocupan en empleos de servicios de cualificaciones medias y altas.
Iglesias subraya la movilidad social ascendente reducida y limitada y un estatuto laboral fuertemente precarizado, porque la gran mayoría de los trabajadores de origen inmigrante están expulsados de la Norma Social de Empleo (NSE, que conlleva contrato indefinido + jornada completa). “Solo un 60% de los trabajadores inmigrantes está ocupados durante todo el año, mientras que el 40% restante sufre periodos de desempleo”, asegura el investigador.
El estudio también revela datos sobre la integración sociocultural y sociopolítica de los migrantes, y analiza la evolución del sentimiento aintiinmigrante en España. “Los datos de la encuesta corroboran que las relaciones entre españoles e inmigrantes siguen siendo cordiales a pesar de la crisis, aunque han subido los discursos nativistas y existen situaciones de hostilidad. El crecimiento de la hostilidad inmigrante y su expresión política se ha visto frenado en España, a diferencia de lo ocurrido en otros países europeos, por la actuación de una serie de factores claves, como las políticas públicas de integración, el consenso político de la transición, el origen latinoamericano de los migrantes, la memoria inmigrante en los barrios populares, la complementariedad laboral…”, asegura Iglesias.
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