El 63% de las personas atendidas por Cruz Roja no pueden mantener el confort de su vivienda en verano

La situación de un 63% de familias en España es más que preocupante, según el estudio ‘El impacto de la pobreza energética en la vulnerabilidad social de la población atendida por Cruz Roja en el contexto de la crisis inflacionaria’ realizado por la Cátedra de Energía y Pobreza de Comillas ICAI para Cruz Roja. Fueron más de 1.500 los hogares analizados en los que el problema más acuciante fue la incapacidad de mantener el confort en sus viviendas tanto en invierno como en verano. 

Una de las razones del problema es de carácter socioeconómico. Como explica Sara Casas, del Área de Conocimiento de Medio Ambiente de Cruz Roja Española, “más del 85% de los hogares del estudio sobre Vulnerabilidad Social y Pobreza Energética en España se encuentran en situación de riesgo de pobreza y/o exclusión social, principalmente por el bajo nivel de renta de la población analizada, con un 63% de las personas en situación de pobreza relativa y un 68% con carencia material y social severa”. Para Roberto Barrella, investigador de la Cátedra de Energía y Pobreza de Comillas ICAI, “la pobreza relativa se identifica tradicionalmente como una de las causas principales de la pobreza energética; además, la falta de confort se puede relacionar también con el mal estado y la baja eficiencia energética de la mayoría de las viviendas analizadas”.

Otro de los datos relevantes del estudio es que la falta de temperatura adecuada en los hogares, sobre todo los más vulnerables, está muy relacionada con una tendencia creciente de muchas familias a restringir la calefacción por miedo a la factura. Un hecho que se disparó en 2022 debido a la inflación y que supuso que solo un 9% de las personas encuestadas utilizaran la calefacción sin restricciones durante el invierno de 2022-2023. Además, “más de un 25% de los hogares experimentaron retrasos en el pago de facturas en mayor proporción que en años anteriores lo que confirma la conexión entre este miedo a la factura con la creciente situación de incomodidad térmica de estos hogares”, aseguran los responsables del estudio. 

El impacto social y personal de estos hábitos y, en general, de la pobreza energética, queda sintetizado desde seis perspectivas distintas: el impacto en la salud mental y física (el 23% de los encuestados manifiestan problemas de salud relacionados con la pobreza energética); el riesgo de intoxicaciones, incendios o cortes de electricidad (el 25% almacena productos inflamables y un 6,6% sufre cortes en suministros energéticos); el endeudamiento y retrasos en los pagos de facturas (el 27% reconoce el retraso en el pago de sus facturas y un 70% recorta gastos en ellas); la reducción de la vida social, de ocio y entretenimiento (el 67,2% de los encuestados sufre recortes en su vida social); el incremento de la conflictividad familiar y el impacto en la vida escolar y laboral (el 31% reduce su gasto en educación).

Cruz Roja apunta un camino hacia una transición energética justa e indispensable para superar o hacer frente a las situaciones de pobreza energética con alternativas y mejoras para escalar y potenciar la lucha contra esta lacra social, como ampliar los bonos sociales, y fomentar la eficiencia energética y el autoconsumo así como la humanización de la atención social.