La pobreza energética siguió creciendo en España en 2022
La Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas asegura en un informe que lo hizo a un ritmo menor del esperado
Efraim Centeno, director de la Cátedra de Energía y Pobreza, y José Carlos Romero, coordinador, durante la presentación del informe
4 de diciembre de 2023
El Informe de Indicadores de Pobreza Energética en España para 2022 revela que 4,3 millones de personas no pagaron facturas energéticas en fecha y casi ocho millones no pudieron mantener una temperatura adecuada en sus hogares. Eso es lo que se desprende del estudio llevado a cabo por los investigadores de la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas que han desvelado que el año 2022, desde la perspectiva de la pobreza energética, fue un año de bastantes sombras y de una pequeña luz.
Según los datos, muchos más hogares tuvieron que dedicar recursos por encima de lo razonable a cubrir sus necesidades energéticas. También aumentó el número de hogares que declararon no poder calentar adecuadamente su hogar. Pero, junto a lo anterior, destacaron que la pobreza energética escondida severa, aun manteniéndose en valores inasumibles (más de cuatro millones de personas), no aumentó, a pesar del escenario de precios tan crítico que vivimos en 2022.
Según la cátedra, detrás de este comportamiento se encuentra el paquete de medidas de protección social desplegado, destacando el incremento en las cuantías de los bonos sociales eléctrico y térmico, que consiguió reducir la brecha de pobreza energética en los hogares más desfavorecidos (la diferencia entre los gastos reales y los que deberían haber tenido) en un 13%.
Los indicadores se han obtenido a partir de las encuestas del INE, EPF (Encuesta de presupuestos familiares) y ECV (Encuesta de condiciones de vida), y se agrupan en indicadores de gasto desproporcionado –el conjunto de hogares que dedican un porcentaje muy elevado de su renta a cubrir las necesidades energéticas en la vivienda–; indicadores de gasto insuficiente o de pobreza energética oculta –hogares cuyos gastos en energía son significativamente bajos–, e indicadores subjetivos, que engloban a los hogares con retraso en pagos de facturas y que declaran no poder mantener la vivienda a una temperatura adecuada durante el invierno.
Los investigadores explicaron también que, dentro de la dimensión de gasto desproporcionado, en el informe se calculan dos indicadores: 2M –identifica como hogares en pobreza energética a aquellos cuyo porcentaje de gasto en energía sobre sus ingresos netos es mayor que el doble respecto a un ‘hogar medio’– y MIS, que utiliza un umbral absoluto basado en el salario mínimo interprofesional. Los investigadores explican que, mientras que el indicador 2M empeora por el incremento tan abrupto en los gastos energéticos de los hogares, que no se compensa con el crecimiento en los ingresos que también se dio, el basado en el MIS mejora por el comportamiento de los dos deciles de renta más baja, donde se aprecia una disminución en la incidencia de la pobreza energética debido al aumento significativo de los ingresos.
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