Colegio Romano
El éxito del colegio de Mesina fundado en 1547 animó a Ignacio de Loyola a considerar los colegios como unas eficaces plataformas de evangelización. El 22 de febrero de 1551 un grupo de quince jesuitas comenzaron de manera humilde sus estudios de latín y griego en Roma, en una casa alquilada de la vía Capitolina. Pronto los locales se quedaron pequeños y se trasladaron a la actual vía del Gesù. Allí se añadieron nuevos cursos superiores y se concedieron los dos primeros doctorados en Teología. La institución continuó creciendo; en 1572 los alumnos eran más de 920, entre los que se contaban 60 estudiantes jesuitas de teología, 215 filósofos y unos 60 externos.
Las conversaciones entre el P. General Claudio Aquaviva y el papa Gregorio XIII favorecieron que en 1584 se inaugurase la sede del nuevo edificio levantado bajo la dirección del H. Giuseppe Valeriano. Desde sus comienzos, el Colegio contó con un claustro de reconocidos profesores como Francisco de Toledo, Christophorus Clavius, Francisco Suárez o Roberto Bellarmino. Además, pronto adquirió con una imprenta que publicó en 1591 una primera versión de la Ratio Studiorum (ad experimentum).
A comienzos del siglo XVII el Colegio tenía unos 2000 alumnos. Tras el breve de supresión de la Compañía de Jesús, Dominus ac Redemptor, de Clemente XIV, el Colegio pasó al clero diocesano de Roma y diez años después de la restauración de la Compañía, el papa León XII devolvió el Colegio y la iglesia de san Ignacio a los jesuitas (1824).
En 1873 un nuevo traslado reubicó el Colegio en el Edificio Borromeo, calle del Seminario, actual Colegio Bellarmino. En ese mismo año Pio IX concedió al Colegio el derecho a asumir el título de “Pontificia Universidad del Colegio Romano”. Dado el progresivo crecimiento de la institución, en 1919 el papa Benedicto XV adquirió nuevos terrenos para una nueva sede en la Piazza della Pilotta, ubicación actual de la Universidad Pontificia Gregoriana.